domingo, 8 de febrero de 2015

TOCANDO FONDO.

               Existen momentos que uno quisiera olvidar, no recordar jamás, aquellos que despiertan esa rara sensación de odio hacia el club que ama. Recordar con rencor a aquel que le transmitió ese “amor” por los colores. Sin embargo, uno no cambia de parecer, no deja de ser “hincha”, ni siquiera lo es en menor medida. Las posteriores glorias, los pequeños triunfos, o incluso el esperar por ellos, hacen que uno siga firme, ahí. A esos “momentos” queremos recordar.

               Cada club tiene “fondos” diferentes, por más parecido que sea el sentimiento del hincha, hay situaciones incomparables, de las cuales no vamos a hacer un ranking, solo mencionar alguna de ellas.

                Un claro ejemplo es el Descenso. Perder la categoría es diferente para todos los equipos; pero indudablemente para los denominado “grandes” es mucho peor. Esa mancha es muy difícil de superar, quizás únicamente si el tradicional rival pasa por lo mismo. Las copas, los clásicos, las ligas, los torneos, nada se compara al hecho de perder la categoría. Los ejemplos más recientes y mediáticos son los de River, Independiente y Palmeiras. Pero en la historia hubo miles que se fueron por amargo, puto y cagón horrores dirigenciales o por choreo que hasta el día de hoy dicen presente en alguna canción o trapo.

Lo vivi. Si, fue doloroso
                Estas al borde del “listo, más bajo no podemos caer” y Sandoval tira una bicicleta y patea un tiro libre; o te dicen que Rinaldo Cruzado se queda seis meses más. Es decir, los jugadores también son un claro síntoma de que estas tocando fondo. El traspaso, los fichajes, las novelas, la fruta, los retornos, los ofrecidos, los caídos, los Novick, y todas esas cosas que solamente suceden en Peñarol. Pero más aún, las renovaciones, ese es el punto que, personalmente, más rabia me provoca. Esa necesidad de tener que padecer otros seis meses (a veces un año) a un sujeto que ya no puede ver sin anteojos, que ya no solo peina canas, no tienen cabello, que su transferencia solo es posible si se lo adhiere a Lio, Cris, o con un “Minuto Animal” para llenar el chango en Tata.

                Pero las renovaciones no son todas malas, obviamente muchas de ellas son indiscutibles, deben realizarse sin lugar a dudas. Estamos discutiendo acerca de aquellos que ya cumplieron su ciclo como dos o tres veces, y lo infame que resulta la justificación que pretenden darle alguno dirigentes, o el pedido de “ciertos” hinchas, produce más enojo. Ejemplo, “tiene experiencia y conoce la casa”, eso es motivo suficiente para renovarle? Si conoce la casa que la limpie o que le diga al próximo donde están las toallas y se vaya, verdad Larry?

                Otro hecho que uno pretende olvidar por el aborrecimiento que le produce, son las formas de la derrota, incluso sin ser derrotado. Ejemplos claros y recientes son las goleadas o las remontadas, más que nada en partidos clásicos, ante el tradicional rival. Perder es una de las posibilidades y por más que duela, uno no puede obviarlo, pero a veces es más doloroso la forma que el resultado en si mismo.

                Por último, queremos destacar a  la indumentaria y en este punto haremos hincapié. A lo largo de la historia, es muy probable que haya habido alguna camiseta que hayas odiado, que nunca hubiese pensado que tu club podía lucirla. Ejemplos sobran, pero nos quedamos con la de CAVA (Victoriano Arenas), una obra de arte. La peor camiseta en años.


                
                Uno puede entender a Belgrano de Córdoba y su extenso homenaje al “Potro” Rodrigo, pero lo de CAVA es algo realmente impactante, digno de reconocimiento.


         
                Es imposible pedirle a tus jugadores corazón, garra, compromiso, cuando en su pecho está tatuada la imagen de El Gitano... basta con solo vestirla, mi apretado abrazo es para todos los jugadores de Victoriano que supieron lucirla.

CUESTIONARIO #2

A los ídolos... ¿se los cuida?


No hay comentarios:

Publicar un comentario