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jueves, 29 de enero de 2015

LLORA LA PELOTA.

              

                Anunció su retiro el “Señor Fútbol”, el hombre que entendió el fútbol como ninguno. Anunció su retiro Juan Roman Riquelme, el Último 10; optamos por no decir el “último enganche” porque aún está Gomito Gomez y estaríamos desprestigiando.

                De la escuela de los que ya no hay, del enganche, del 10, del que hace la pausa y toma siempre la mejor decisión. De los que festeja más una asistencia que un gol


, de los que sabe qué hacer con la pelota mucho antes de recibirla, de los que entiende el fútbol como pocos, lejos del individualismo. Roman fue de los mejores, sin lugar a dudas.

                El primer fútbol que jugamos en la vida se rige por dos o tres saberes y muchísima discriminación: están los que saben gambetear, los que saben hacer lujos, los que saben patear y los que saben pegar. Mientras los arqueros venían a cumplir con la exigencia del decorado. Así era, así nos hicimos: el fútbol era gambetear, era tener tirar un caño.

                Román nos enseñó otra cosa, otro fútbol, el que podía ser de los lentos, que con un pase lo podía dominar. Lejos del circo que tuvo la zurda de Diego, lejos del balazo de Bati, lejos de la velocidad impactante de Lio, también se podía ser estrella.

El Mago Rene, un crá.
                “Cuanto más suave la caricia, más penetra. Cuanto más lento el movimiento, más impacta”, describió su técnica el mago René Lavand, un mago manco que había asombrado al mundo con un truco de cartas que llamó “No se puede hacer más lento”, y cuya técnica bautizó como “lentidigitación”. Román era “La belleza de lo simple”, un mago lento y generoso.

                Riquelme hacía solo tic, era innecesario el “tac”. Parecía jugar con la repetición incluida. Enganchara, gambeteara o la pisara, el truco ya se veía, lo veías, sabías por dónde y cómo había pasado, pero aun así pensabas, “como hizo”.

                No es un capricho pensar que fue el mejor de todos. No crecí con goles en blanco y negro, ni con un peludo magnífico, no vi a Spencer ni al Marujo Otero… comencé a seguir a Boca en su época dorada, de Palermo, Delgado, los colombianos, Sandro Guzmán y Navas… fue fácil inclinarse por el club de La Rivera…pero más allá de eso, muchos que sí tuvieron la posibilidad de ver la magia de Diego, consideran a Román, único. “Riquelme hace hablar a los demás jugadores”, “es un jugador que hace interactuar a sus compañeros, que pensaba más en los otros que en el mismo”, manifestó Alejandro Dolina. “Nadie me emociona al nivel de Riquelme”, Márcico. “Es un bailarín”, Pablo Aimar.

                “Riquelme es un jugador mágico, con su calidad arruinó mi despedida… es un honor haberme retirado con su camiseta en mis manos”, Zinedine Zidane.

                Eso fue Riquelme, fue el caño a Yepes, el baile a todo Palmeiras en la Libertadores, fue el paseo a un Makelele que aún lo está persiguiendo, fue la ovación de toda La Bombonera en su debut, fue toda la Libertadores del 2007, él solo; fue también un tipo que jugaba el torneo de barrio y Libertadores al mismo tiempo… simplemente por nombrar algunas curiosidades.
               
                Aún seguimos pensando en que su decisión puede modificarse, que su retiro aún no fue definitivo, que puede volver atrás, como lo hizo Verón, como lo hizo Pachecho…  ah no, pará. O quizás no, quizás esta decisión sea irrevocable y quizás no vuelva a las canchas, quizás el patio de su casa (La Bombonera) no lo vea más jugar a la pelota y, aun así, estaré conforme;  satisfecho de haberlo visto, de haber disfrutado de su magia, de que haya ganado todo… definitivamente, el mejor de todos.

MUCHAS GRACIAS SEÑOR




“El techo de muchos jugadores está por debajo del piso de Riquelme”

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