Anunció su retiro el “Señor
Fútbol”, el hombre que entendió el fútbol como ninguno. Anunció su retiro Juan
Roman Riquelme, el Último 10; optamos por no decir el “último enganche” porque aún
está Gomito Gomez y
estaríamos desprestigiando.
De la escuela de los que ya no
hay, del enganche, del 10, del que hace la pausa y toma siempre la mejor
decisión. De los que festeja más una asistencia que un gol
, de los que sabe qué hacer con la pelota mucho antes de recibirla, de los que entiende el fútbol como pocos, lejos del individualismo. Roman fue de los mejores, sin lugar a dudas.
El primer fútbol que jugamos en
la vida se rige por dos o tres saberes y muchísima discriminación: están los
que saben gambetear, los que saben hacer lujos, los que saben patear y los que
saben pegar.
Mientras los arqueros venían a cumplir con la exigencia del decorado. Así era,
así nos hicimos: el fútbol era gambetear, era tener
tirar un caño.
Román nos enseñó otra cosa, otro
fútbol, el que podía ser de los lentos, que con un pase lo podía dominar. Lejos
del circo que tuvo la zurda de Diego, lejos del balazo de Bati, lejos de la
velocidad impactante de Lio, también se podía ser estrella.
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El Mago Rene, un crá. |
“Cuanto más suave la caricia,
más penetra. Cuanto más lento el movimiento, más impacta”, describió su técnica
el mago René Lavand, un mago manco que había asombrado al mundo con un truco de
cartas que llamó “No se
puede hacer más lento”, y cuya técnica bautizó como “lentidigitación”.
Román era “La belleza de lo simple”, un mago lento y generoso.
Riquelme hacía solo tic, era
innecesario el “tac”. Parecía jugar con la repetición incluida. Enganchara,
gambeteara o la pisara, el truco ya se veía, lo veías, sabías por dónde y cómo
había pasado, pero aun así pensabas, “como hizo”.
No es un capricho pensar que fue
el mejor de todos. No crecí con goles en blanco y negro, ni con un peludo magnífico, no vi a
Spencer ni al Marujo Otero… comencé a seguir a Boca en su época dorada, de
Palermo, Delgado, los colombianos, Sandro Guzmán y Navas… fue fácil inclinarse
por el club de La Rivera…pero más allá de eso, muchos que sí tuvieron la
posibilidad de ver la magia de Diego, consideran a Román, único. “Riquelme hace
hablar a los demás jugadores”, “es un jugador que hace interactuar a sus
compañeros, que pensaba más en los otros que en el mismo”, manifestó Alejandro
Dolina. “Nadie me emociona al nivel de Riquelme”, Márcico. “Es un bailarín”,
Pablo Aimar.
“Riquelme es un jugador mágico,
con su calidad arruinó mi despedida… es un honor haberme retirado con su
camiseta en mis manos”, Zinedine Zidane.
Eso fue Riquelme, fue el caño a
Yepes, el baile a todo Palmeiras en la Libertadores, fue el paseo a un Makelele
que aún lo está persiguiendo, fue la ovación de toda La Bombonera en su debut,
fue toda la Libertadores del 2007, él solo; fue también un tipo que jugaba el
torneo de barrio y Libertadores al mismo tiempo… simplemente por nombrar
algunas curiosidades.
Aún seguimos pensando en que su
decisión puede modificarse, que su retiro aún no fue definitivo, que puede
volver atrás, como lo hizo Verón, como lo hizo Pachecho… ah no, pará. O quizás no, quizás esta
decisión sea irrevocable y quizás no vuelva a las canchas, quizás el patio de
su casa (La Bombonera) no lo vea más jugar a la pelota y, aun así, estaré
conforme; satisfecho de haberlo visto,
de haber disfrutado de su magia, de que haya ganado todo… definitivamente, el
mejor de todos.
MUCHAS
GRACIAS SEÑOR
“El techo de
muchos jugadores está por debajo del piso de Riquelme”